Recientemente la Secretaría de Medio Ambiente y Ordenamiento Territorial publicó datos sobre los efectos del cambio climático en el centro del país, tema en el que resaltan tres aspectos: El aumento de casi un grado en la temperatura media anual en los últimos 40 años, el incremento en los días promedio del periodo de sequía y la modificación en la distribución de las lluvias, caracterizada por precipitaciones cada vez más intensas (torrenciales) y menos frecuentes.

Las consecuencias de estos efectos son notables y pueden llegar a ser devastadoras, por ejemplo para la biodiversidad y la vida silvestre por la posible extinción de algunas especies; otro efecto social y económico es la pérdida de cultivos y baja producción agropecuaria lo que conlleva un cambio en usos y costumbres de las comunidades rurales; por otro lado en las ciudades, las consecuencias más notables son las inundaciones, impacto sobre áreas verdes urbanas, deslaves y temporadas de calor extremo.

Aunque las causas son de orden global, localmente las emisiones generadas por las fuentes fijas como la industria pesada y el parque vehicular, en especial de transporte, son los principales aportes a esta problemática. Por otro lado, la mitigación natural está en nuestros bosques, sin embargo, evidentemente la superficie de este tipo no es suficiente y menos cuando la tasa de deforestación es mucho más alta que la de reforestación.

La primera reflexión es muy clara, el cambio climático existe, es evidente, se puede medir en nuestro entorno y tiene consecuencias conmensurables de alto impacto; la segunda reflexión es que, aunque hay ciclos globales identificados, es muy claro que las causas de la aceleración de este cambio son las actividades humanas sin control o sin las medidas de manejo ambiental adecuadas, para no mencionar que de fondo son los modelos de desarrollo económico sin orientación hacia la sustentabilidad. La tercera reflexión es que las acciones que debemos tomar como gobierno y sociedad son necesarias, prioritarias y de urgente aplicación.

Desde diferentes órdenes de gobierno, se han generado instrumentos de gestión como respuesta a la problemática, con metas claras pero si profundidad en su aplicación por falta de una verdadera política de estado, lo que se traduce en tibios esfuerzos; uno de estos instrumentos es el Programa Municipal de Cambio Climático que por ley deberían tener todos los municipios y que muy pocos tienen, donde se contempla un diagnóstico de los efectos del cambio climático en el territorio y lo más importante: las estrategias de mitigación y de adaptación lo que implica, no solo la aceptación de que el cambio es un hecho y el conocimiento de sus efectos, sino las medidas que debemos aplicar para adaptarnos como sociedad a dicho cambio.